Referecia APA:
Coll, C., Barberà, E. & Onrubia,
J. (2000). La atención a la diversidad en las prácticas de evaluación.
Infancia y Aprendizaje, 90, 111-132.
Síntesis y principales conclusiones:
La evaluación constituye un nexo entre los procesos de
enseñanza, desde los profesores, y los procesos de aprendizaje, desde los
alumnos. La evaluación tiene un rol central en el sistema educativo, por lo
tanto, se le debe poner especial atención al trabajar con la diversidad.
Evaluar significa elaborar un juicio de valor sobre las
consecuencias de una acción. En el caso de la evaluación escolar, implica
criterios sobre el aprendizaje esperado en base a una enseñanza; y, las
acciones que son indicadores del nivel cumplimiento de las expectativas de la
enseñanza.
La evaluación se realiza con una intencionalidad
comunicativa, con un para qué. Está dirigida hacia alguien y se pretende tomar
decisiones y generar acciones a partir de ella.
La toma de decisiones a partir del proceso evaluativo, puede
ser de naturaleza pedagógica o didáctica. Se puede dividir en tres: evaluación
inicial, se realiza en el inicio de un proceso educativo y pretende recabar en
las necesidades educativas de un estudiante; la evaluación formativa, que tiene
un visión del proceso educativo y la evolución del estudiante en este; y, la
evaluación sumativa, se plantea al término de un proceso y pretende determinar
hasta qué punto se han realizado los aprendizaje esperados.
El problema es que la evaluación también puede servir para
certificar la capacidad del estudiante, dejando de lado lo pedagógico y pasando
a la esfera de lo social. Entonces, es utiliza para medir la calidad del
enseñanza y ser una especie de “rendición de cuentas” con fines, incluso,
políticos. Esta puede ser llamada evaluación sumativa acreditativa, mientras
que la que se preocupa por el proceso de aprendizaje, será llamada sólo
evaluación sumativa.
Por otro lado, la evaluación debería estar orientada a la
diversidad de capacidades y necesidades del alumnado. Por esto, la evaluación
sumativa acreditativa debería ser utilizada solo al final del proceso formativo
del estudiante, cuando salga al mundo laboral. El problema es que el sistema
educativo actual genera estas evaluaciones muchos antes, con fines
administrativos y de informar a los padres, orientándose está hacia el polo
netamente social y no tanto al pedagógico.
Hay distinta culturas pedagógicas sobre la evaluación. Una
de estas se carga hacia el polo social separando métodos de evaluación y
procesos de enseñanza-aprendizaje. Esta suele medir en momentos determinados y
de manera cuantitativa, siendo conocida como la “cultura del test”. Suelen ser
evaluaciones con tiempo limitado, individuales, de respuesta única, midiendo
principalmente la eficiencia y no la comprensión.
Por otro lado, tenemos la evaluación que se centra en el
polo pedagógico. Se realizan evaluaciones durante todo el proceso educativo y
estas prologan y reproducen las actividades de enseñanza-aprendizaje. Se genera
una evaluación de “perfil”, es decir, dinámica, multidimensional y cualitativa.
La primera sería una noción más conductista del aprendizaje,
ya que este es cuantitativo y acumulativo.
Mientras que la segunda sería más cognitiva o constructivista, ya que
tiene una noción de un proceso de cambios cualitativos.
Además, la “cultura del test” tendría una concepción
estática de la diversidad y diferencias individuales y una estrategia selectiva
de respuesta frente a esas diferencias. Por otro lado, tenemos una visión más
interaccionista de la diversidad, con una estrategia educativa que podríamos
llamar “enseñanza adaptativa”.
La enseñanza adaptativa exige, por tanto, una cultura
inclusiva que se preocupe más por las capacidades de cada alumno y sus
necesidades particulares, centrándose en el polo pedagógico de los procesos de
enseñanza-aprendizaje.
Sobre la diversificación de las prácticas educativas, es
importante el enfoque evaluativo del profesor, el cual refiere a la visión
pedagógica que tiene el profesor sobre los procesos evaluativos. Este enfoque
se plasma a través de los programas de evaluación, los cuales son diferentes
actividades que realizan profesores y alumnos en los procesos de
enseñanza-aprendizaje, de distinta duración y complejidad.
Un programa cuenta con situaciones o actividades que son
partes didácticas de un proceso conjunto que pretende mostrar los conocimientos
que debiesen ser adquiridos. Estas pueden ser una o varias tareas de
evaluación, que corresponden a los apartados, preguntas, temas, etc… que son
tratados en una situación de evaluación, estas pueden variar ampliamente en su
contenido.
Hay aspectos más sensibles en cuanto a la diversificación
educativa a la hora de generar una educación inclusiva. En cuanto al enfoque
evaluativo, las visiones que se tenga sobre la evaluación deben ser puestas al
servicio del desarrollo y aprendizaje de todos los alumnos. Asimismo, debe
haber un foco en el polo pedagógico de la evaluación, por sobre el de la
acreditación y lo social.
Además, debe haber énfasis en los programas de evaluación a
la hora de la diversificación de sus prácticas, según las características
propias de los estudiantes, por ejemplo, no evaluando de manera igual a todos,
sino que adaptándose a las diferencias.
Desde las situaciones o actividades de evaluación, podemos
decir que habría que poner el énfasis en instancias preparatorias para las
evaluaciones, lo que muestra el interés en ligar esta con el proceso
enseñanza-aprendizaje. Lo mismo sucedería con la corrección y valoración
posterior que se haga sobre las evaluaciones.
Con respecto al nivel más específico, de las tareas de
evaluación, lo esencial será el grado de flexibilidad que tengan estas frente a
las necesidades de los alumnos y sus avances y dificultades.
Para concluir, los autores destacan dentro de la complejidad
de las prácticas evaluativas, la función pedagógica que estas poseen, así como
la función social que se les adjudica. Además, sugiere que para mejorar las
prácticas evaluativas y las educativas en general, es necesario, a partir de lo
que se está haciendo, modificarlo y mejorarlo según las exigencias que surjan
de un análisis minucioso.
Breve comentario personal:
Me gustaría comentar sobre lo
esencial que para mí son los procesos evaluativos, ya que hoy en día, tengo
mayor facilidad para estudiar para una
prueba que será de alternativas y respuesta única, porque así se me ha
acostumbrado durante toda mi etapa escolar. Esto va en contra de la facilidad
que tengo para comprender las cosas de manera global y no con la especificidad
de aprender de memoria, por lo tanto, esa capacidad que creo tener es
escasamente explotada y sólo ha podido surgir en la universidad con las pruebas
de desarrollo y los trabajos de investigación. En este sentido resulta
imperante una enseñanza adaptativa que permita que los niños pueden explotar sus
capacidades y no tengan que adaptarse, como yo, a un modelo específico que
consistiría fundamentalmente en una “cultura del test”. Siento que falta mucho
por avanzar en los enfoques evaluativos de los profesores, que en un futuro
podrían dar paso a una “cultura inclusiva”. Sobre esto, agradezco la
oportunidad que me da este curso de ser evaluado de forma distinta, que pone a
prueba habilidades que no estoy acostumbrado a explotar, como la constancia y
la noción de proceso que implica el blog. Aunque existen tiempos limitados para
las entregas, los plazos están claros y yo entrego esta ficha atrasada a pesar
de haber tenido mucho tiempo para hacerla, porque funciono bajo una lógica de
presión y procastinación, aspecto que me gustaría cambiar y que siento que
instancias como está me dan la oportunidad de hacerlo.
Citas textuales:
“Nuestra tesis
es que, entre el conjunto de medidas de naturaleza curricular, organizativa,
pedagógica y didáctica que pueden y deben ponerse en marcha en los centros y en
las aulas para atender a la diversidad de capacidades, intereses y motivaciones
del alumnado, las relativas a la evaluación del aprendizaje de los alumnos han
de ser objeto de una especial atención y han de ocupar un lugar destacado.” P.2.
“El juicio
evaluativo útil y relevante para tomar decisiones de orden pedagógico o didáctico
no lo es necesariamente para tomar decisiones de certificación o acreditación o
para dar cuenta a la sociedad de la calidad de la enseñanza y del sistema
educativo y para adoptar decisiones conducentes a su mejora; y a la inversa, el
juicio evaluativo útil y relevante para informar a la sociedad sobre la calidad
de la enseñanza o para tomar decisiones de política y planificación educativa
no lo es necesariamente para ayudar al profesor a regular su enseñanza.” P.7.
“Por ello, y
en la medida en que al menos una parte de las prácticas evaluativas presentes en
la enseñanza básica y obligatoria parecen estar aún más próximas a la ‘cultura
del test’ que a la ‘cultura inclusiva’ de la evaluación (Coll et al., 1999), el avance hacia una escuela con
mayor capacidad para ofrecer formas de ayuda diversas y ajustadas a las características
individuales y las necesidades educativas de todo el alumnado requiere ineludiblemente
una transformación en profundidad de dichas prácticas evaluativas.” P12.
“No sólo es el eslabón que permite vincular
la acción educativa e instruccional del profesor —la enseñanza— con los
progresos y adquisiciones de los alumnos —el aprendizaje—, sino que además
cumple unas funciones sociales que van más allá del ámbito estrictamente
pedagógico y didáctico, en un claro reflejo de que la educación escolar es,
ante todo y sobre todo, una práctica social y como tal debe ser también
entendida y analizada” P.19.
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