En la escuela se vuelven
esenciales metodologías y prácticas que permitan la participación de los niños
de maneras distintas a las actuales. Este proceso sucede en gran parte por la
agencia de los profesores, ya que son ellos quienes deciden si cederle
participación a los niños o no. De hecho, el máximo grado de participación
sería cuando la voz de los niños y profesores tiene el mismo nivel de
valoración e importancia en la toma de decisiones.
Pudimos ver en uno de los
estudios mostrados en clase que a veces lo que quieren los niños dista de lo
que los profesionales les proveen. Por ejemplo, algunos de ellos pensaban que
había que adaptar los objetivos a los niños, mientras que los niños decían que
se deberían cambiar las metodologías para llegar a los objetivos comunes, ya
que veían esto como un desafío. También, los profesionales decían que los
apoyos debían ser entregados en aulas especiales, mientras que los estudiantes
decían que debía ser en el aula común.
Por cosas como estas los niños
dicen que existe un trato injusto, que no todos son tratados de manera igual y
que las relaciones no son simétricas y cooperativas entre pares y con los
profesores. Por eso, es necesario generar apoyos universales, que permitan a
los niños colaborar y ayudarse unos a otros. Como hemos visto, las actividades
que más permiten estos son las de construcción, donde entre pares generan instancias
que implican cooperación y que permitan relaciones de reciprocidad en que unos
se apoyan con otros, provocando relaciones de enseñanza-aprendizaje entre
ellos.
En clase también se nos habló del
enfoque narrativo visual, con técnicas como la foto elicitación, que permitían
generar discurso a partir de una imagen sobre temas de interés. Esta podría ser
una instancia cooperativa si las experiencias de cada uno con respecto a la
imagen se complementan y esto les permite compartir, por lo menos, así lo fue
para mí cuando realizamos esta actividad en clase. Aun así, sentí que lo que se
podía producir en torno a la imagen tenía un límite en que ya no se sabía que
decir y perdía un poco el sentido, en general resultaba bastante productivo para
empezar el dialogo y generar que se compartieran experiencias y sensaciones.
Luego, en la clase expuso Ambar y
nos mostró su trabajo con estudiantes con discapacidad visual. Esta
presentación hizo explicitas las necesidades de apoyo que tenían estos en torno
a distintos ámbitos, como la movilidad; con respecto al curriculum; a los
espacios y equipamientos; el apoyo en las clases y desde los profesores; en
cuanto a las evaluaciones, a la cultura; el acceso a los recursos; las
políticas etc… Cosas como esta y sumado a lo anterior, nos muestran lo poco que
se escucha a los estudiantes y sus necesidades, siendo que el sistema educativo
está supuestamente centrado en la enseñanza y el aprendizaje, procesos hacia y
desde el estudiante, pero aun así no se escuchan sus voces y no se les entrega
lo que ellos creen necesitar.
En definitiva, me gustaría
reiterar la idea de que las voces de los estudiantes son poco escuchadas en un
sistema que es para ellos. Por un lado esto me causa mucha molestia, y parece
ser tan simple y lógico a esta altura, pero aun así priman cosas como el rendir
cuentas, el lucro, la mediocridad y las jerarquías. Se deberían insistir en la búsqueda de
metodologías cooperativas, siendo los docentes facilitadores y no impositores…
permitiendo aprendizajes reales que surjan desde los estudiantes y entre ellos.
Además, dándoles las facilidades y herramientas que ellos requieran, incluso
bajo la lógica de que debe haber objetivos comunes, pero que todos tengan la
posibilidad de alcanzarlos, independiente de su edad, género, raza,
discapacidad, clase o lo que sea.
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