martes, 22 de noviembre de 2016

Ficha Bibliográfica: El Movimiento teórico-práctico de mejora de la escuela.

Referencia APA:
Murillo, F.J. (2003). El Movimiento teórico-práctico de Mejora de la Escuela. Algunas lecciones aprendidas para transformar los centros docentes. REICE. Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación, 1(2).

Síntesis y Principales conclusiones:
En los años sesenta nace el movimiento teórico práctico “Mejora de la Escuela” (School Improvement) con la idea de que la escuela debe ser el principal centro de cambio, siendo liderado por la propia escuela y centrándose en la cultura de esta para cambiar su educación.
Hay múltiples definiciones propuestas para el concepto de Mejora de la Escuela, uno planteado por el “Proyecto Internacional para la Mejora de Escuela” (ISIP) dice que: es un esfuerzo para cambiar las condiciones internas de las escuelas y de aprendizaje, para alcanzar las metas educativas de manera eficaz. Entonces, la escuela es el centro de cambio; el cambio es un proceso que dura varios años y debe ser planificado; el cambio se basa en condiciones internas de la escuela; busca lograr las metas educativas de manera más eficaz; requiere una perspectiva multi-nivel; utiliza distintas estrategias integradas; tiene tendencia hacia la institucionalización y participación de profesores. Los autores también agregan que mejora de la escuela es la capacidad de la escuela para incrementar, al mismo tiempo, el desarrollo de la comunidad escolar y el aprendizaje de los alumnos.
 En un comienzo en este movimiento había un optimismo pedagógico, pensando incluso que la escuela podía jugar un rol en la redistribución social si estaban las condiciones adecuadas. El error de esta época fue pensar que se podía generar el cambio mediante presiones externas a los centros educativos. De aquí surge el énfasis en el centro docente.
Luego, aparecen los primeros programas de mejora de la escuela y surge el lema “la escuela debe ser el centro del cambio”. Se da importancia a la organización y los procesos culturales; los resultados escolares pasan a ser una problemática; se empieza a investigar de manera cualitativa; se ve a la escuela como institución dinámica; y, se pone el foco en la cultura escolar, más que en su estructura. Algunos estudios develan la importancia de formar al profesorado, existiendo apoyo de agentes de cambio externos; además, se recogen ideas de otros proyectos, se realiza seguimiento y los profesores participan en la toma de decisiones. También se pasan a considerar los factores contextuales.
Después, comienza una fase llamada “la gestión del cambio”, donde investigadores y prácticos se complementan más y comienzan a surgir nuevas políticas en los países que dan más autonomía a los centros docentes. En esta fase surgen varios de los programas que han sido más exitosos en este movimiento. Por ejemplo, el proyecto IQEA deja algunos acápites: el centro docente no mejora si los profesores no evolucionan; los centros docentes deben fomentar la participación de la comunidad escolar; existe una visión clara y un liderazgo distribuido; coordinar actividades para la participación de la comunidad; el centro promueve reflexión y cuestionamiento; y, es necesaria una buena planificación. Stoll et al. (1997) dice que los programas exitosos: tienen como criterios clave del éxito los resultados de los alumnos en lo académico y social; utilizan datos cualitativos y cuantitativos para evaluarse; se presta atención al nivel del aula y al escolar; se estimula el desarrollo de múltiples formas y en múltiples niveles; y, hay un comunidad educativa comprometida.
Por otro lado, Hopkins elabora dos interesantes modelos. El primero, considera tres dimensiones: “los hechos”, son aquellos procesos de cambio  que no son susceptibles de modificación en el corto plazo.  La dimensión “estratégica” como la secuencia de acciones llevadas  cabo por los profesores para dar respuesta a las prioridades identificadas sobre el currículo o la organización. Y, la “capacidad de construir” que refiere a las condiciones y recursos. Además, este programa pone énfasis en la cultura escolar diciendo que esta debe ser colaborativa, con altas expectativas para alumnos y profesores, tiene un consenso en los valores, entorno ordenado y seguro, y liderazgo distribuido. El otro modelo de Hopkins interrelaciona los componentes del anterior y pone énfasis en las políticas nacionales.
En esta época se han aprendido algunos elementos que caracterizan a los mejores programas: tener una visión compartida del futuro de la escuela; asumir un liderazgo extendido y distribuido; ajustarse al contexto; centrarse en los logros de los alumnos; y, tener un enfoque multinivel.
Otra época sería la de la “mejora de la eficacia escolar” (ESI), donde el movimiento de la mejora de la escuela y el de la eficacia escolar, se proyectan para trabajar juntos. Este movimiento pretende estudiar los procesos que pueden incrementar el desarrollo de alumnos optimizando procesos de enseñanza-aprendizaje y estructurales de los centros. Tiene un objetivo práctica de ayudar a los centros y aplicar lo estudiado. Considera a los docentes, al currículo y condiciones externas e internas a la escuela o centro.
Surge un modelo llamado “Capacity for change an adaptation of school in the case of ESI”, que resulta ser un marco comprensivo de este movimiento. Este marco muestra como el proceso de cambio se condiciona por el educativo de cada país. Además, hay 3 conceptos importantes: cultura de mejora, el cual refiere a la cultura escolar donde se desenvuelven todos los procesos; procesos de mejora, que refiere a los procesos requeridos para planificar, ejecutar y evaluar la gestión del cambio; y, resultados de mejora, que son los resultados que el centro debe conseguir para mejorar el rendimiento de los alumnos académica, social y afectivamente.
El proceso de cambio escolar requiere tres fases: Iniciación, donde se busca implicar y comprometer a la comunidad, así como planificar el proceso. Para que sea exitosa es importante que se tenga una idea clara del cambio a realizar. Desarrollo: aquí influyen todas las características el cambio, así como lo interno y externo a las escuelas. Posee las fases de pre-implementación, implementación y evaluación. Institucionalización: fase en que el cambio se integra a la cultura, práctica y cotidiano escolar.
Por otro lado, existen estrategias de mejora más útiles, los autores recomiendan seguir una combinación de estrategias de forma simultánea. Algunas estrategias utilizadas son: autoevaluación institucional; desarrollo profesional de los docentes; investigación sobre el currículo; y, investigación-acción.
Algunos factores clave para la mejora de la escuela son: La escuela como centro del cambio, el cambio centrado en la escuela, que la motivación surja de la propia escuela. El cambio debe plantearse en todos los niveles y mediante una estrategia múltiple. El cambio depende del profesorado y de cómo estos integren las lógicas en su actuar, modificando la cultura escolar. Deben haber saberes y sentires compartidos, como que todos sepan hacia donde se va, que todos quieran tener éxito, que exista una idea de mejora continua, que todos estén dispuestos a aprender, que se fomente la innovación, que sea colaborativo y que hayan relaciones de calidad y satisfactorias. Además, la dirección juega un papel importante, esta debe saber delegar responsabilidades, debe fomentar la participación, debe ser pedagógica en su liderar y debe estar orientada al cambio. También, la escuela debe verse como una comunidad de aprendizaje, algunos elementos para esto son: visión y misión de la escuela claras; cultura escolar colaborativa; estructura escolar con autoridad distribuida; estrategias escolares múltiples y multinivel; y, buen uso de políticas y recursos. Por último, es necesario cambiar la forma de enseñar y aprender, centrándose en habilidades de orden superior (aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser); utilizando una amplia variedad de metodologías, técnicas, estrategias y procedimientos de evaluación; preocupándose por la autoestima de los alumnos; y, teniendo altas expectativas de los alumnos.
Las conclusiones de los autores apuntan hacia que hace falta un documento o teoría que agrupe todos estos saberes del movimiento de mejora de la escuela, habiendo una teoría del cambio escolar. Además, mantienen la esperanza en el cambio de la educación y dicen que una de las mejores formas es la transformación de los centros educativos y para esto es esencial poner énfasis en la cultura escolar.

Breve comentario personal
El movimiento de mejora de la escuela se presenta como una alternativa esperanzadora para el cambio en la educación. Aun así, presenta serias limitantes dependiendo del contexto en que este inserto y, quizás, el contexto nacional sea desfavorable para su aplicación. A excepción de ciertos centros privilegiados, la mayoría está fuertemente supeditado a la lógica estatal, o a fines lucrativos que sólo quieren rendir y que dan escaso espacio de acción a los profesores. La posibilidad del cambio desde los centros y su cultura es una gran opción para generar espacios donde se vivencie la educación y la vida misma de una forma diferente, participativa, en constante aprendizaje y comprometida desde la comunidad que la elige, pero lamentablemente los centros parecen ser un pequeño grano de arena frente a esta gran masa que es el sistema educativo entero. Esperemos que en los próximos años haya más independencia de acción para los centros educativos y que cada vez más tomen la opción de elegir posturas como la de mejora en la escuela, permitiendo que educadores y educandos puedan elegir y discutir sobre cómo vivir la educación.

Citas textuales
“De esta forma, en los últimos años de la década de los sesenta nació el movimiento teórico-práctico de Mejora de la Escuela (School Improvement) con la idea fuerza de que “la escuela debe ser el centro del cambio”, con su doble visión: el cambio debe ser liderado por la propia escuela y hay que centrarse en la cultura de la escuela para lograr cambiar la educación (Hargreaves et al., 1998). Así, más que despreciar la importancia del aula y del conjunto del sistema educativo para la transformación de la educación, surge la idea de la escuela como unidad básica del cambio, unidad que contempla y recoge los otros niveles.” P.1.

“El movimiento de Mejora de la Eficacia Escolar pretende conocer cómo puede una escuela llevar a cabo procesos satisfactorios de cambio que incrementen el desarrollo de todos los alumnos mediante la optimización de los procesos de enseñanza y aprendizaje y de las estructuras organizativas del centro, y aplicar ese conocimiento a una mejora real de la escuela. Este enfoque muestra, por tanto, "dónde ir y cómo ir", y su objetivo es eminentemente práctico: ayudar a los centros docentes a cambiar para conseguir sus objetivos educativos de forma más eficaz.” P.12.

“Con todo ello, quizá, la lección más importante que podemos recoger de este movimiento, de los miles de esfuerzos de cambio y de investigaciones realizadas, es que es posible cambiar la educación y que una de las estrategias más eficaces para conseguirlo es mediante la transformación de los centros. Una transformación que se ocupe de la organización y el currículo pero, sobre todo, que se centre en la cultura de la propia escuela. Y es que un centro cambiará realmente si y solo si cambia su cultura.” P.21.

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