Cuando pensamos acerca de
las condiciones para el cambio y la mejora en el marco de la inclusión, no sólo
debemos pensar en los márgenes de acción que puedan tener individualmente los
docentes, que es lo que de acuerdo al estudio presentado en clases es lo que
predomina en los discursos docentes.
Tal como se conversó en
clase, la capacidad reflexiva sobre la propia práctica es vital tanto para
visualizar las propias barreras a la inclusión como para construir conocimiento
en torno a las maneras de superar estas barreras. Sin embargo este conocimiento
debe ser construido en conjunto por toda la comunidad educativa.
Las políticas que regulan
las respuestas del sistema educativo a la diversidad están de cierta forma
inspiradas en una perspectiva de derechos, sin embargo su aplicación concreta
está más cerca de la segregación de los estudiantes a través de etiquetas
psicomédicas, y de la falta de autonomía en el aula a raíz de las pruebas
estandarizadas que apremian por resultados.
En este contexto, es
imposible considerar un verdadero cambio en torno a la inclusión si las
barreras con las que se encuentran los docentes tienen un origen más cerca
de la estructura que norma el que hacer
educativa que de lo que los docentes
puedan o no hacer dentro de este marco.
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