Una vez que partimos definiendo lo que es la igualdad como el trato indistinto a las personas sin atención a sus capacidades y necesidades particulares, definimos la equidad como la repartición de distintos recursos a cada persona atendiendo sus necesidades y capacidades de forma que no todos reciben el mismo trato, pero que sin embargo genera una igualdad en términos del desarrollo pleno de todas las personas de acuerdo a su situación.
En este contexto, nos llamó la atención la importancia del término “oportunidades” en el sentido de que se presta para confusiones en la medida de que todos podemos tener la oportunidad de algo, lo que no necesariamente implica el éxito o la consecución de lo que en este caso correspondería al desarrollo pleno de las personas de una forma equitativa; en esta línea y de acuerdo a un enfoque de derechos, es errado (y bastante útil desde un enfoque neoliberal) utilizar el concepto de “oportunidad”, ya que no asegura realmente el derecho al desarrollo pleno que es lo que está consagrado como derecho humano internacionalmente.
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